PARA LA MUJER QUE HA SIDO AGREDIDA
Hola, hermosa:
Sí, veo tu interior. Sigues siendo valiosa, poderosa y cautivadora para mí y para DIOS. Sigues siendo una mujer impresionante con un propósito irremplazable, a pesar de cómo has sido tratada o de las mentiras que han declarado sobre ti por años.
Yo permanezco aquí en vigilia: orando por ti, acariciándote y peleando por ti en el Espíritu.
En nombre de las mujeres de todas partes del mundo, hombres amables y piadosos, la iglesia e incluso en nombre de Dios Padre, yo quiero decirte con desesperación cuánto lamento todo lo que has soportado; el dolor que nunca debiste haber sentido; las lágrimas que nunca debiste haber derramado; la vida que nunca debiste haber vivido.
Decirte esto directamente es muy importante para mí porque yo escribo mucho acerca del matrimonio y las relaciones. Aconsejo a las mujeres sobre cómo tratar a sus esposos y cómo es una esposa piadosa y un matrimonio piadoso. Pero tú, bonita, necesitas escuchar de parte de mí esta indicación MUY ESPECÍFICA que supera a todos esos otros consejos. ¿Está bien? ¿Estás escuchando?
Si alguien te está agrediendo de manera verbal, emocional, sexual o física, tú TIENES que conseguir ayuda profesional. Punto. Esto no es porque haya algo malo contigo, sino porque mereces tener apoyo. Los profesionales te ayudarán a navegar por las difíciles aguas de lidiar con un agresor y a fijar límites saludables.
Yo soy la defensora número uno de luchar por nuestros seres amados que están perdidos en el pecado o que parecen muy alejados. Yo hablo constantemente sobre el perdón y la reconciliación. Yo creo que NADIE es un caso perdido. Yo sé que CUALQUIER relación se puede sanar cuando Dios interviene. Sin embargo, tenemos que usar “… las armas poderosas de Dios, no las del mundo, para derribar las fortalezas del razonamiento humano y para destruir argumentos falsos” (2 Corintios 10:4 NTV).
Esto significa que no nos quedamos en una situación de agresión, no permitimos el pecado y no tratamos de arreglar a la persona o la relación en lo natural. A veces la solución es irse, con la esperanza de que sea solo por un tiempo, mientras que nuestro agresor se hace responsable y sana. Debemos retirarnos cuando sea necesario y luchar con las armas espirituales como la oración, permanecer de acuerdo con otros, hacernos responsables, establecer límites e ir tras nuevos niveles de madurez y autoridad espiritual.
En situaciones de agresión, estos son los pasos que deberías tomar con la dirección y la guía del precioso Espíritu Santo:
1) BUSCA AYUDA PROFESIONAL CRISTIANA.
Mi ministerio favorito para esto es Restoring Relationships. Este se encuentra en Pensilvania, pero ofrece servicios de consejería de manera remota. Los consejeros tienen una unción increíble y los recomiendo a diario a familias para cualquier tipo de problema que puedas imaginar, desde agresión e infidelidad hasta conflictos padres-hijos y problemas de comportamiento. Si los contactas, diles que Lizzie Smiley te envió. Te van a cuidar de maravilla.
Si prefieres, también hay iglesias, instituciones privadas y ministerios locales que pueden ayudarte. Lo más fácil es llamar a una iglesia local, diles que estás buscando apoyo y consejería cristiana por una situación de agresión, y pide que te refieran a un profesional que pueda ayudarte. Si la primera iglesia a la que llamaste no puede ayudarte o no te ayuda, sigue llamando a otras iglesias hasta que encuentres una que sí pueda. No te rindas. Un consejo: las iglesias más grandes suelen tener más recursos como este.
2) SI EL AGRESOR NO SE SOMETE DE INMEDIATO A CONSEJERÍA NI SE HACE RESPONSABLE O CONTINÚA CON EL MISMO PATRÓN DE AGRESIÓN, SEPÁRATE DE ESA PERSONA FÍSICAMENTE. INCLUSO, PUEDE QUE NECESITES CORTAR EL CONTACTO POR AHORA.
No esperes. No lo pienses ni analices. Retírate y dile a alguien de confianza en quien confíes lo que está pasando para que pueda apoyarte.
Este proceso se llama “separarse para reconciliarse”. En definitiva, la meta es sanar y regresar como pareja, así que no tiene que sentirse como el final de la relación ni cómo algo permanente. Tan solo es el comienzo de una vida más saludable. Tú de ningún modo DEBERÍAS permanecer en presencia de un agresor, por tu bien Y por el del agresor. Al retirarte:
– te pones a salvo;
– proteges a otros, sean niños o mascotas, etc., que estén involucrados;
– dejas de permitir el mal comportamiento;
– motivas el cambio y la responsabilidad en tu agresor;
– entras a tu destino como una mujer de Dios poderosa que defiende y pelea por los valores de Dios;
– pones a tu agresor en las manos del Dios viviente;
– tomas un paso decisivo en el camino de tu propia sanidad.
Tu agresor puede reaccionar con fuerza ante tu nuevo límite. Esto es normal y, por eso, NECESITAS APOYO. No respondas a sus amenazas, sino alerta a las autoridades y toma medidas para protegerte en caso de ser necesario. Vas a necesitar consejería específica para saber cómo manejar esta situación y otra vez reitero: por favor, trabaja con la ayuda de un profesional de inmediato.
Al final del día, no hay nada más importante que la salvación, el destino eterno, tanto de ti como de tu agresor. Yo sé que lo amas profundamente. Ámalo lo suficiente como para guiarlo de regreso a Dios. Ámalo lo suficiente como para que luche por estar bien delante de Dios. El hecho de que termine en el cielo o en el infierno puede pende de un hilo.
3) HAZ CON EXACTITUD LO QUE EL PROFESIONAL TE DIGA QUE HAGAS.
A veces puede parecer difícil, imposible y hasta lo contrario de lo que quieres hacer. Hazlo de todas maneras y pídele a Dios que te de fuerzas. Los profesionales saben lo que están haciendo y ya han ayudado a otros que estuvieron en esta misma situación.
El cumplimiento estricto de las instrucciones de tu consejero es fundamental para tu sanidad y la sanidad de la relación.
4) ORA.
Ora por todos los involucrados y en todo tiempo. Pídele a Dios que intervenga. Suelta al ejército del cielo para que derribe las fortalezas.
Levanta a todos delante de Dios y pídele que haga su perfecta voluntad en la vida de cada persona. Ora para que haya bendición, gracia, sanidad y salvación sobre cada persona. Estas son las maneras de orar más puras que puedes ofrecer.
5) TRABAJA EN TI.
Esta temporada es en verdad importante para ti. Dios no quiso que todas estas cosas te pasen, pero ÉL CREARÁ belleza de las cenizas si trabajas junto con Él para sanar. Un día vas a mirar atrás y verás que la mano soberana de Dios te guió a un puerto mucho más seguro. Verás cómo Él te llevó cuando no tenías fuerzas para caminar ni levantar tu cabeza. Recordarás como Él puso todas tus lágrimas en su franco (Sal. 56:8), supo la cantidad exacta de los cabellos de tu cabeza (Lucas 12:7) y NUNCA te dejó ni te desamparó (Dt. 31:6).
El mejor consejo que puedo darte es que busques a Dios con todas tus fuerzas. Pídele a Dios que purifique tu corazón y te guíe a la paz. Trabaja en el perdón.
Mi mentor, Dominic Herbst, que es psicólogo cristiano y el fundador de Restoring Relationships, declara:
“El perdón suele ser malinterpretado.
El perdón no es algo que das a otros como una manera de tolerar o aceptar su comportamiento contra ti.
El perdón es rendir el derecho que tienes de vengarte de tu agresor. El perdón no tolera lo que esta persona te ha hecho, sino que te libera del deseo de venganza y deja que el Dios viviente lo juzgue.
La demostración de perdón más poderosa fue cuando Jesús rindió su vida en la cruz. En medio de toda la ridiculización, la humillación y el tormento, Jesús entregó su vida en obediencia para redimir a un mundo perdido en el pecado. Qué paradoja que la mayor parodia de la justicia pudo ser transformada en la mayor victoria eterna, liberando tal poder que el pecado, Satanás y la muerte fueron vencidos.
Cuando perdonamos, ese mismo poder maravilloso se libera en nuestras vidas desde el cielo.”
Lo último que quisiera es que te convirtieras en una persona amargada porque eso afectará tu relación con Dios, con los demás y con tu futuro. Lo que nos pasa no es lo que nos destruye, sino cómo reaccionamos ante lo que nos pasa. Es la amargura y la falta de perdón que, en definitiva, arruinarán nuestras vidas. Pídele a Dios que purifique tu corazón, te ayude a perdonar y sanar, y te guíe hacia tu destino.
PRECIOSA: recuerda que eres la obra maestra de Dios (Ef. 2:10). Es tiempo de que dejes que Él te rescate. Escucha su voz apacible. Toma fuerzas y da un paso al frente con coraje. Antes de hacerlo, por favor permíteme orar por ti hoy:
Querido Padre Celestial,
Con lágrimas en mis ojos y una profunda pena en mi corazón, vengo delante de tu trono en nombre de mi hermana que está herida, destrozada, asustada y buscándote. Señor, acude a ella en su lugar de mayor necesidad. Espíritu Santo, derrama tu presencia sobre ella e inúndala ahora para que sepa que estás ahí mismo con ella. Atrae su corazón al tuyo, Padre, recuéstala bajo tus poderosas alas como dice en el Salmo 91.
En el nombre de Jesús declaro coraje, valentía, poder y unción sobre ella para lo que viene. Guíala a toda verdad, sánala, sálvala y hazla libre. Dale la gracia para seguir tu guía y ver la verdad a través de tus ojos.
Ahora mismo, le ordeno a toda fortaleza que se rompa y se desmorone, en el nombre de Jesús. Declaro la sangre de Jesús sobre ella y sobre todas las personas que están en su vida. Te pido, Señor, que sueltes a los ejércitos del cielo para que atraigan el corazón de su agresor(es). Ato toda rebelión y suelto un espíritu de convicción y arrepentimiento. Ato toda incredulidad y decepción, y desato fe y verdad. Declaro libertad, sanidad y reconciliación sobre la vida de ella, en el poderoso nombre de Jesús.
Ejército del cielo, te ordeno que avances y endereces toda área en su vida que está torcida. Ve delante de ella y despeja el camino. Prepara las personas y los recursos que ella necesita para pelear la buena batalla. Deja al descubierto y deshace todos los planes del enemigo, y guárdala como un muro de protección alrededor de ella.
Yo bendigo su entrada y su salida. La bendigo en la ciudad y en el campo. Señor, te pido que la rodees con un aro de fuego, un aro de amor, tus santos ángeles y tu nube de testigos. Provéele para todas sus necesidades y conforta su corazón.
Señor, te damos gracias por tus promesas y porque todas las cosas nos ayudan a bien a los que te amamos (Romanos 8:28). Que estas semillas de oración y fe echen raíces y den fruto; que nunca cesen de crecer y madurar hasta que Cristo sea formado en mi hermana, su agresor(es) y su familia entera. Te doy gracias por tu fidelidad y por quién eres para nosotros, en nosotros y a través de nosotros, en el nombre de Jesús. Amén.
A todos los demás, aquellos que han vencido, aquellos del otro lado, aquellos que conocen personalmente a alguien que ha sido agredido, aquellos que tienen una palabra de aliento o cualquiera que quiera demostrarle amor a nuestra hermana, por favor derramen sus corazones para nuestros lectores en los comentarios debajo.