EL SEXO DESPUÉS DEL DIVORCIO

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Recuerdo hablar con una amiga justo antes de mudarme de mi ciudad natal y lejos de mi matrimonio. "Si hay un consejo que puedo darte", me dijo, "sería que no te apresures a entrar en otra relación". Le aseguré que era lo último que pasaba por mi cabeza, pero ella insistió. Ella me explicó que había pensado lo mismo cuando su relación anterior terminó, pero se encontró a sí misma siendo sexualmente libre muy rápidamente. Al momento, pensé que su consejo era innecesario. Pero recordándolo ahora, desearía haber tomado en serio sus comentarios. Mi esposo y yo teníamos poco más de 20 años cuando nos casamos. Ambos veníamos de familias cristianas y los dos, milagrosamente, nos habíamos esperado hasta nuestro matrimonio. El divorcio era lo último que pasaba por nuestra mente, y mucho menos tener relaciones con alguien más, pero en pocos años esto se convirtió en una realidad y déjame decirte, no fue nada bonito.

Se me han ocurrido todas las típicas excusas por las que nuestro matrimonio se acabó. Estábamos muy ocupados, yo estaba deprimida, estábamos estresados financieramente, él era controlador. Pero en realidad, todo se reduce a que ninguno de los dos estaba verdaderamente manteniendo su relación con el Señor. Nuestros pasos de fe eran religiosos, no personales. Si Dios hubiera sido nuestro enfoque y nuestra pasión, las definiciones terrenales de éxito no nos habrían enredado ni agotado. Si Dios hubiese sido nuestro centro, habría sido más fácil luchar a través del oscuro valle que estábamos atravesando.

Al separarme de mi esposo, me mudé a una nueva ciudad y comencé mi vida. Pensé que el nuevo y despreocupado mundo que había creado para mí, era donde yo debería estar. Mi enfoque se mantenía en las definiciones terrenales para éxito y felicidad, y rápidamente influyó en mi estado sentimental. Tres meses después, me encontré a mí misma en la cama con alguien con quien no debí haber estado. Esta fue la primera de varias relaciones casuales en las que estuve por los siguientes dos años de rebeldía, y ninguna era duradera ni satisfactoria.

Viendo hacia el pasado, me sorprende lo fácil que fue para mí saltar hacia la vida de promiscuidad. Nunca fui esa chica e iba completamente en contra de mi moral e incluso de mis deseos. Fingí por un tiempo que esta parte de mi vida era divertida y excitante, pero muy en el fondo sabía que algo estaba mal. Aunque estos encuentros me llevaban a una divertida charla de chicas, lloraba hasta quedarme dormida por las noches, con mi corazón dolido y anhelando algo más significativo. Nunca me había sentido tan sola, vacía y sin dirección.

Finalmente, mi corazón endurecido fue ablandado por el Señor, y escuché las instrucciones que sabía que Él me había estado dando todo el tiempo. Dios me recibió enérgicamente y estoy agradecida por Su gracia y amor incondicionales.

El sexo después del divorcio es un tema difícil. Aunque nos hayamos guardado para el matrimonio, nuestros cuerpos ahora están despiertos en el mundo sexual, y es difícil apagar esto una vez que ha sido encendido. Aunque tu deseo sexual es una parte tuya poderosa, me di cuenta que el deseo que sentí después del divorcio era aún más fuerte que ese. El sexo es atractivo, sí, pero la intimidad es mucho más atractiva.

"EL SEXO ES ATRACTIVO, SÍ, PERO LA INTIMIDAD ES MUCHO MÁS ATRACTIVA"

Me di cuenta que era la búsqueda de intimidad lo que me estaba llevando a involucrarme en relaciones casuales tan rápidamente. Yo deseaba esa proximidad, ser conocida y apreciada por alguien como lo fui por mi esposo, que mi corazón fuera sentido por el corazón de alguien más. Fue una curva de aprendizaje larga y dolorosa, incluso dañina, ver que estas relaciones no iban a traer algo cercano a la verdadera intimidad que en realidad estaba buscando.

Al darme cuenta de esto, supe que tenía que abstenerme de las relaciones sexuales fuera del matrimonio. No solamente Dios me estaba pidiendo esto, también supe que lógicamente esto era lo que tenía que hacer para encontrar una relación verdaderamente íntima. Dios me estaba pidiendo que me abstuviera, no para reforzar una regla, sino porque Él sabía cuán destructivas eran las relaciones sin intimidad para mi corazón, y sabía que no eran el lugar donde encontraría lo que estaba buscando y realmente necesitaba.

El mundo define la intimidad como un encuentro sexual, ser "íntimo" con alguien. Pero en realidad, los encuentros sexuales casuales no tienen intimidad en ellos, y podría argumentar que cualquier encuentro sexual fuera del matrimonio tiene poca intimidad, si es que tiene alguna. Tuve encuentros sexuales en mi matrimonio y fuera del matrimonio, lo probé tanto en relaciones casuales como comprometidas. Por mi experiencia personal, me mantengo firme en que la intimidad sexual fuera del matrimonio en cualquiera de sus formas, no se compara con la que hay dentro de los límites del matrimonio.

Desafortunadamente tuve que experimentar esto por mí misma para aprender la importancia de esperar a tener sexo dentro de los límites del matrimonio. Aún así sé que soy perdonada, y la Gracia me cubre. Mi pasado pecaminoso ha sido borrado, y estoy revestida de blanco puro delante de Dios.

Todavía tengo luchas con ser un ser sexual, aún soy tentada, y debo admitir que he caído en esas tentaciones aún después de Dios haberme mostrado la verdad de mis acciones. Comparto esto honestamente contigo porque somos muchos los que ahora estamos divorciados y tratamos de navegar este nuevo mundo de las relaciones. Es un camino difícil, pero con la fortaleza que Dios nos da, es posible.