CÓMO SALÍ DE LA HOMOSEXUALIDAD

Pasé mucho tiempo en la presencia de Dios, leí mi Biblia por años y oré a Dios para que, de manera milagrosa, me quitara la atracción al mismo sexo (AMS), pero nada pasó. No estoy diciendo que esas cosas no funcionen, porque conozco personas que se encontraron con Dios y su atracción por el mismo sexo se desvaneció, pero para mí no fue así.

¿Por qué no recibí una completa libertad en alguno de los miles de llamados al altar que respondí? ¿Había algo malo conmigo? ¿Acaso Dios no me quería tanto como a otros? ¿No merecía la libertad porque Dios odiaba a los homosexuales? Algunas de mis preguntas nunca recibieron respuestas, pero sabía que Dios no tenía favoritos y Él tenía grandes regalos para sus hijos e hijas. La libertad ya estaba destinada para mí. Yo solo no sabía cómo obtenerla.

Fui un adolescente abiertamente homosexual. Amaba a Dios, pero Él no era mi único amor. Por un largo tiempo, no entendí porqué me sentía atraído hacia personas de mi mismo sexo y porqué los demás nacieron normales. Desde que recuerdo, siempre he sido diferente a los demás chicos. En la escuela primaria me trataban diferente. En preescolar, solo le tomó un día a mi mejor amigo para dejar de hablarme porque yo era muy "raro".

A la edad de diez años, un chico abusó de mi. No tuve un papá a quien acudir, entonces por años luché con la pregunta "¿por qué?". ¿Por qué fui yo la víctima? El ser diferente se tradujo en vulnerabilidad para él. A lo largo de mis primeros años del colegio, fui intimidado y etiquetado como "gay". En ese punto de mi vida no tenía identidad. No defendía ni creía nada, entonces caía en cualquier cosa. Acepté la etiqueta. La homosexualidad se convirtió en aquello que me hacía diferente.

Aprendí rápidamente que aceptar las etiquetas no evitaba que continuaran etiquetándome. Estar de acuerdo con mis detractores avivó el fuego, en lugar de calmar la multitud. En medio de todo el caos, decidí seguir a Jesús. Poco sabía que seguir a Jesús no era un rápido arreglo para mi vida. Esa decisión de hecho hizo mi vida más difícil. Ahora tenía la responsabilidad de probarle a todos que, de alguna forma repentina, no me atraían más los chicos. Estaba en un torbellino de emociones e identidades. Mi vida empezó a girar fuera del control. Caí en depresión y empecé a hacerme daño. Mi familia empezó a distanciarse de mí. No los culpo. No sabría que hacer si hubiese estado en su lugar.

Pocos años después y en medio de mi vida desordenada, Dios empezó a encontrarse conmigo de manera más profunda. No lo estaba buscando en ninguna forma ni deseaba lo que Él me daba. Dios salió de la nada. Recibí el bautismo del Espíritu Santo sin saber lo que era, pero de ese momento en adelante pude sentir el amor de Dios quitando las capas de dolor y rechazo que habían envuelto mi corazón. Él empezó a hablar conmigo de la forma más íntima. Para mí, no tenía sentido para mí que un Dios santo hubiera escogido encontrar y hablar al corazón de un adolescente abiertamente homosexual.

A través de Dios derrochándome Su amor, empecé a darme cuenta que muchos de mis problemas, si no todos ellos, tenían relación con mi forma de pensar. Efesios 4:23 dice “... dejen que el Espíritu les renueve los pensamientos y las actitudes” (NTV).  Eso es exactamente lo que empecé a hacer. Empecé a orar: "Señor, quita de mí, pero no me quites de tu presencia". Este proceso me enseñó que una relación con Jesús es simplemente eso: una relación. Toma tiempo e inversión. Es un recorrido, y en él he aprendido personalmente cómo superar la homosexualidad y la atracción por el mismo sexo. Antes que continúes leyendo, esta no es la fórmula predeterminada para alcanzar la libertad. Esta es la forma en la que Dios me guió hacia mi libertad. Tu relación con Dios es personal y única. Lo que funcionó para mí tal vez no funcione para tí. Después de todo, esto es el Cristianismo, no la ruta única hacia el sueño americano.

1. Dios me estaba llevando en mi propio recorrido, que no se parecía al de nadie más

Podría sentarme con todos los consejeros del mundo y tratar de obtener ayuda de ellos, pero sin Dios, nunca habría cambiado. Él me creó, por lo tanto Él tenía las respuestas.

2. La homosexualidad y la atracción al mismo sexo tenían que ver con los pensamientos en mi mente.

La voz en mi cabeza que me hablaba sin parar, solo encendía más mis problemas. No fue el abuso lo que me hizo homosexual. No fue la ausencia de un padre o haber nacido diferente lo que causó la atracción al mismo sexo. Mis experiencias no causaron mis problemas. Lo que yo pensaba sobre mis experiencias causó mis problemas. En otras palabras, si podía cambiar lo que habitaba mi mente, podía cambiar mi vida. El Espíritu Santo me llevó a dejar de decir "soy un cristiano homosexual" y en su lugar "lucho con atracción por mi mismo sexo". Me alegra que Él no se haya detenido ahí porque eso solo habría sido ir de esclavitud en esclavitud. Ese pequeño cambio de mentalidad sentó una base y abrió una puerta a la completa libertad. Poco tiempo después, empecé a declarar "la atracción al mismo sexo no es una señal de falta de amor, es un síntoma de quebrantamiento espiritual".

3. Era atraído a lo que era misterioso.

La única razón por la que era atraído a mi mismo sexo era porque los chicos me parecían un misterio. Por lo tanto, quería estar cerca de lo que no entendía. Parece raro, pero recuerda que fui tratado diferente incluso desde mi nacimiento. Mi experiencia no creó este misterio, mi proceso de pensamiento al respecto sí. Entonces decidí hacer lo que era común para mí (las chicas) un misterio, y lo que era un misterio para mí (los chicos) lo común. Dejé de pasar tanto tiempo con chicas y empecé a rodearme de amigos hombres. Al principio, fue extremadamente extraño e incómodo, pero con el pasar del tiempo mi vida se transformó. ¡Dios transformó las cosas tan drásticamente al punto en que incluso mi apariencia empezó a cambiar!

4. Cuando vi los ojos de fuego, los demás amores se quemaron

El pegamento que mantenía mi libertad unida era el hecho que Jesús deseaba ser íntimo conmigo. Las personas que tienen una relación íntima fijan la mirada el uno en el otro. Por ejemplo, las parejas felizmente casadas se aman mutuamente y, por lo tanto, mantienen un íntimo contacto visual. Cuando fijé mi mirada en el que murió por mí, todo cambió. Empecé a convertirme en aquel al que diariamente contemplaba.

Estas pequeñas simples verdades cambiaron mi vida por completo. Ahora vivo en total libertad del homosexualismo y la atracción hacia el mismo sexo. Vivo lleno de atracción por Dios y por mi maravillosa novia.

Dios no sólo me sacó de la oscuridad, ¡sino que me trajo a su luz admirable!

Zachary Holder, AL, Estados Unidos

----- ACTUALIZACIÓN -----

Escribí este blog en Julio de 2016. Ahora estoy casado con aquella bella mujer, Bayleight Autum Holder. Estamos empezando nuestra familia y estamos ardiendo por Jesús como nunca antes. Somos misioneros que creen en terminar la Gran Comisión, pero sobretodo, ¡no tengo más atracción a los hombres! No más pensamientos. No más deseos. No más confusión. ¡Solamente Dios!

Zachary y Bayleigh Holder son exalumnos de la Escuela de Ministerio de Ramp en Hamilton, Alabama. Ellos persiguen un estilo de vida de propósito y presencia de Dios. Hoy en día trabajan en su ministerio sin fines de lucro "Una familia, cada nación" (One Family, Every Nation) donde establecerán un centro de oración y adoración las 24 horas, 7 días a la semana, en el corazón del pueblo de Hamilton y enviarán misioneros a los lugares del mundo que aún no han sido alcanzados.