CARTA A LAS IGLESIAS CRISTIANAS CONSERVADORAS DE LOS ESTADOS UNIDOS

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El cristianismo conservador en Estados Unidos cederá ante el activismo de la identidad sexual, a menos que acepte a aquellos que abandonan la subcultura del LGBTQ.

A medida que el polvo se asienta después de la reciente decisión de la Corte Suprema sobre el caso Bostock contra Clayton County, los cristianos en todo el país se preguntan cómo responder a la creciente marea del orgullo LGBTQ. Los cristianos conservadores al rededor del mundo quieren sostener la postura de que la Biblia condena el comportamiento sexual entre el mismo sexo y que la homosexualidad tiene un impacto negativo en nuestra cultura. Al mismo tiempo, muchas de estas congregaciones no brindan apoyo a las personas que han respondido a ese mensaje.

DEJAR EL LGBTQ ATRÁS — NACIDOS DE LA VOLUNTAD DE DIOS, NO "NACIDOS GAY"

Hoy en día, hay una crisis entre los que hemos ejercido la obediencia a nuestra fe y hemos dejado el LGBTQ atrás. Estamos siendo forzados a escondernos bajo tierra cada vez más profundo. Nuestras voces y nuestras historias están siendo suprimidas. El camino que lleva al cuidado y al discipulado están siendo abandonados.

No se confundan por las acusaciones de los activistas del LGBTQ. Miles de las personas que fueron "una vez gay" (aunque muchos de nosotros no nos identificamos con ninguna etiqueta parecida a esta) son el fruto del cristianismo conservador. Nosotros hemos nacido otra vez. Estamos siguiendo a Dios para santificación y estamos disfrutando la maravillosa redención del amor de Jesús. Muchos de nosotros ahora tenemos un matrimonio con alguien del sexo opuesto y hijos biológicos (no matrimonios con orientación mixta). Hemos vencido los traumas de género y nos identificamos completamente como hombres y mujeres nacidos de la voluntad de Dios; no “nacidos gay”. La mayoría de los estadounidenses creen que no existimos, pero nosotros sentimos que nuestras historias revelan el corazón de Dios y su poder para redimir a todas las personas.

"QUEREMOS ESCAPAR"

Las iglesias se están volviendo temerosas de ofrecernos su apoyo, ya que cualquier enfoque que sugiera la sanidad emocional o la restauración en la sexualidad personal podría etiquetarse de "terapia de conversión" o peor aún, odio anti-LGBTQ. Nosotros, los cristianos que hemos vivido como LGBTQ, ya sea de manera abierta u oculta en nuestras iglesias, lidiamos con nuestra respuesta pública a Cristo. El revuelo por la supuesta “terapia de conversión" demuestra el doloroso desafío de esa búsqueda.

LOS SEGUIDORES DE CRISTO QUE HAN ABANDONADO LA SUBCULTURA DEL LGBTQ NECESITAN IGLESIAS QUE SEAN CENTROS DE REFUGIO

Los activistas dicen que miles han sufrido una práctica "infame y abusiva" que equivale a la "tortura". Pero mira, esos miles no señalan que hay individuos que han sido esposados y forzados a ir al cuarto de atrás. Esto nos dice que hay miles que quieren salir del LGBTQ. Queremos escapar. No queremos aceptar la sexualidad con el mismo sexo. Lo que esto en realidad significa es que algunos se han sometido a métodos cuestionables e incluso ineficaces en el esfuerzo desesperado por obtener la libertad.

Tómate un tiempo para digerir eso.

Pero la supuesta "terapia de conversión" no es un método terapéutico, es una experiencia subjetiva que se puede evitar. Dos personas que buscan la sanidad emocional y la santidad física en el mismo contexto pueden tener diferentes percepciones. Una puede ver la importancia de lo que aprendió y, a través de poner en práctica lo que aprendió, experimenta una medida de plenitud fresca. Pero imagina que la otra tiene un resultado menos productivo y no encuentra una solución. La desilusión y el desespero la asedian.

Este proceso ocurre cada semana en nuestras iglesias porque los discípulos "normales" maduran, pero el dolor para el que experimenta el LGBTQ es profundo. Las acusaciones y el miedo aumentan. Los malentendidos en cuanto al hermoso carácter de Dios con frecuencia refuerzan la desesperanza. El problema demanda una comunidad sana y un proceso de discipulado relacional en el que el amor de Cristo sea el objetivo (y no el cambio en la “orientación” de la persona).

EL AMOR DE CRISTO ES EL OBJETIVO ¿QUIÉN LO OFRECERÁ?

Sin embargo, ¿quién lo está ofreciendo? Para encontrar la ayuda y el apoyo para salir del LGBTQ, uno debe buscar personas con ideas parecidas a las nuestras. Por lo general, se las puede encontrar en ministerios de paraiglesias (ministerios independientes sin denominación) que están liderados por otros que buscaron la redención; porque la mayoría de los líderes cristianos se sienten incapaces de poder ayudar, dejando una vacante notoria en las iglesias. Y ahora estos mismos ministerios de paraiglesias (que la mayoría de las veces son nuestra única esperanza de recibir el evangelio completo) están siendo prohibidos en todo el mundo mediante la prohibición de las “terapias de conversión". Cuanto más nos alejan de la gran comunidad de congregaciones cristianas, es más probable que surjan los fracasos morales porque estos líderes de ministerios de paraiglesias se encuentren solos frente a la avalancha de acusaciones de los activistas.

Los seguidores de Cristo que hemos abandonado la subcultura del LGBTQ necesitamos iglesias que sean centros de refugio. Y necesitamos partidarios que estén dispuestos a pararse firmes con nosotros en el ámbito público, mientras que las leyes cada vez más imponen que el que "una vez fue gay, siempre será gay". Necesitamos cristianos que den con valentía un paso de fe por el bien de aquellos que están buscando una verdadera identidad en Cristo.

¿Se levantará la Iglesia de manera efectiva contra la inmoralidad sexual frente a las Naciones Unidas?; ¿frente al Congreso de los Estados Unidos?; ¿frente a nuestros gobiernos estatales? Todas estas entidades están presionando a los cristianos conservadores a aceptar la identidad de LGBTQ y a abandonar la fe. Mientras tanto, oramos para que Jesús continúe atrayendo hacia Él a hombres y mujeres que andan por los caminos del pecado sexual tal como lo hizo en el primer siglo. De lo contrario, ¿encontrará fe cuando Él vuelva?

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