PORQUÉ EL PRÍNCIPE AZUL PERFECTO NO ES LO QUE PARECE

¿Es realmente el príncipe azul perfecto lo que tenemos que buscar ? ¿Aquel que no tiene un pasado oscuro ni teme al futuro, que siempre es fuerte, siempre está preparado y que está al día con todos sus planes a futuro?   

Bueno, no es exactamente una novedad, pero por si necesitas que te lo recuerde, nadie es perfecto. A decir verdad, no creo que a fin de cuentas sea tan divertido estar con el “príncipe azul perfecto”.

Muchas veces nos concentramos tanto en encontrar al chico soñado que nuestras preferencias dificultan construir una relación con conexiones fuertes. Permíteme explicar…

Cuando surge en conversaciones el tema de los estándares para las relaciones de pareja, a menudo me acuerdo de mi búsqueda de lo “perfecto”. No necesariamente buscando al príncipe azul perfecto (si bien era algo que también me interesaba). Más bien recuerdo cómo yo pensaba que debía ser perfecta: tener todo en orden y que no me faltara ni un detalle por corregir antes de que alguien pudiera amarme.

Escucha, no vas a llegar tarde a tu primera cita ni vas a querer llegar llorando profundamente.Quieres estar debidamente preparada/o antes de meterte en una relación. Sin embargo, una de las lecciones más valiosas que aprendí en mis citas con Elijah fue que no tenía que ser perfecta (y él tampoco), sino que las imperfecciones eran la parte más linda de abrir nuestro corazón. Entonces quedó claro que una de las cosas que más conectan en una relación (cuando está acompañado del nivel adecuado de confianza) es revelar esas partes del corazón que no estás segura/o que sean lo suficientemente lindas como para mostrar.  

Pero tampoco empezamos así, esto fue un tema interno durante todo el principio de nuestra relación. No quería dar el siguiente paso porque la vida no se sentía “perfecta”, pero la vida “perfecta” no era lo que yo quería. Lo que deseaba en la relación era mi verdadero yo al descubierto. Diría que así debe ser el amor. Desenredar todos los conceptos erróneos y percepciones equivocadas de lo que deberías cumplir para que alguien te deseara.

Recuerdo un momento en mis citas con Elijah que mi percepción empezó a cambiar. Había sido una época muy DIFÍCIL para mí. Uno de esos momentos en que todo se cae a pedazos y ni siquiera puedes intentar recomponerlo (ni siquiera a ti misma). Elijah me dejó en casa después de un glorioso día juntos y yo estaba sonriendo y riéndome y bailando (ignorando todo mi dolor). Cuando entré a casa sentí que me iba a desplomar en el piso a llorar porque mi escape de todo esto se había despedido por ese día. Nuestros ratos juntos se habían convertido en una distracción para olvidarme del dolor. Pero pronto me di cuenta de que mi falso “tengo todo bajo control” no estaba creando una conexión real.

Este ciclo continuó por un tiempo en el que yo acudía a Elijah después de lo que verdaderamente me había pasado para contarle sobre la batalla que yo estaba librando sola. Verdaderamente angustiado, recuerdo que Elijah me dijo “Alley, me duele que no me hayas dicho nada de esto, si tuvieras solo malos días por el resto del año no pasaría nada”. Mi miedo a no ser perfecta se había vuelto un perjuicio.   

Me habían dado permiso, pero ahora debía aprender a dármelo a mí misma: está bien no estar bien. Cuando al fin me permití aceptar mi caos, había un regalo esperándome all final del proceso.

Ahora, no estoy diciendo que debes ignorar todos tus problemas, dolores o procesos de sanación solo porque se esfumarán cuando empieces a salir con alguien. Hay un proceso de sanidad muy bueno que debes seguir para estar lista para tener una relación exitosa. Pero eso es para otro artículo del blog. Lo que quiero decir es que el proceso nunca “se termina”. La vida es una continua lección de entrega, y un proceso de por vida que nos direcciona a volvernos más como Jesús. Él sabe más allá de lo que podamos llegar a entender que es lo mejor para mí y para ti, y Él es el Perfeccionador que escribe nuestra historia de amor redentor.

Así que si  dudas de incluso intentar salir en una cita por miedo a que el otro no cumpla con cada sueño o deseo en tu lista, o porque no eres lo suficientemente “perfecta/o” para que te amen, te invito a que lo vuelvas a pensar y le preguntes a tu corazón: “¿Confío en que Dios me acompañará en mares desconocidos? ¿Confío en que Él es un buen Padre y que tiene cosas hermosas para mis relaciones?“ Invítalo a tu proceso de entrar con coraje al mundo de las citas.