4 PASOS PARA SUPERAR LA FALTA DE PODER (PARTE 2)
Tercer paso: Piensa diferente
Hay muchas situaciones en la vida que parecieran ser difíciles de superar debido al nivel de valentía que toma el reconocer que sí en efecto hay un problema. Todos hemos conocido personas que no se dan cuenta del gran problema que tienen en frente. Estas personas no se dan cuenta del problemón, su mundo interno, pero frecuentemente son rápidas para señalar los problemas de las otras personas.
VÍCTIMAS TIPO VAMPIROS
¡Para cambiar la metáfora un poco, estas personas son víctimas tipo vampiros! La mentalidad de víctima es una de las maneras de pensar más mortales ya que una víctima es totalmente incapaz de cambiar su entorno. Las víctimas pasan la mayor parte del tiempo succionando la vida de todos los demás porque viven en un estado de ánimo impotente. Las víctimas creen que su mundo externo debe de cambiar para que ellas se encuentren bien. Debido a que el interior de una víctima está fuera de control, esta tiene una enorme necesidad de control a todos los demás.
La impotencia es el proceso de soltar la responsabilidad y empoderar a algo o alguien más como quien debe de tomar tus decisiones. No puedes arreglar algo del cual no estes dispuesto a hacerte responsable. Es simplemente imposible. El hacerte responsable de tus decisiones y tus problemas es la única manera de convertirte en una persona sana. A pesar de lo que hayas venido a creer, tú eres responsable de tu propia vida y acciones. Cuando le das este derecho a alguien más, te rindes sin poder alguno.
Conoce a JIM y SARAH
Hace poco aconsejé a una pareja que representan la mentalidad de víctima. Su clamor por ayuda llegó en un chat de Facebook. Me senté con mi amigo Jim y empecé a evaluar lo que estaba sucediendo. No le tomó mucho tiempo explicarme que su esposa, Sarah, era imposible de complacer. Ella era un agujero negro a la que nada la podía llenar; y peor aún, era fastidiosa. Ella no respetaba los límites de él, especialmente cuando sus discusiones se convertían en argumentos. Esto resultaba en que Jim abriera hoyos en la pared o destrozara cosas.
“Ella no me deja salir de la habitación ni me da tiempo a pesar; ella solo me sigue acosando”, se quejó Jim. “¡Sarah me controla totalmente!”.
Mi primer pensamiento fue, ¡ah! Me alegro de no estar en los zapatos de este muchacho. Después de darle tiempo a que hablara y se desahogara, empecé a preguntarle algunas preguntas específicas sobre él. Primero le pregunté que había hecho para trabajar en su relación con su esposa. Hubo una gran pausa acompañada de un suspiro. “Em, pues, estoy aquí”, dijo.
“Bien,” le dije. “¿Fuiste tú quién arregló esta reunión, o fue Sarah?”
(Yo ya sabía la respuesta de esta pregunta, pero quería que Jim supiera por sí mismo).
“Eh, ella lo hizo,” admitió.
Bajo la misma línea de pensamiento, le dije, ¿“A quién has acudido para obtener ayuda en tu relación?” Pensó por un segundo, Jim respondió, “Bueno, le hablo a mi mamá a veces. La verdad, mi mamá se enteró porque Sarah la llamó. Ella llama a mis padres normalmente cuando estamos peleando duro”.
Un dolor embotellado
Para este punto, empecé a ver un patrón en la vida de Jim. Conforme las preguntas avanzaron, me di cuenta de que Jim no le hablaba a nadie sobre su matrimonio, ni si quiera a su mejor amigo. Para hacer las cosas peor, cuando le pregunté qué hacía para deshacerse del dolor y frustración, su respuesta fue “Normalmente solo intento olvidarme de eso”. ¡No se necesita a un psiquiatra para darse cuenta de que el plan de Jim de ignorar su frustración y embotellar su dolor no estaba funcionando!
“Jim, parece que tu plan no ha estado funcionando muy bien”, le dije. “¿Qué has hecho para satisfacer los lenguajes de amor de tu esposa?” (Me refería la investigación del Dr. Gary Chapman sobre las 5 maneras fundamentales en las que las personas expresan e interpretan el amor-palabras de afirmación, tiempo de calidad, recibir regalos, actos de servicio y contacto físico).
Disgustado, Jim contestó, “Aún si intentará, parece ser que nunca puedo satisfacerlos. Me he sentido verdaderamente frustrado últimamente al intentar satisfacer las necesidades de Sarah. Se siente imposible.” Se podía escuchar en su tono de voz la irritación que llevaba por dentro.
“Jim, ¿qué vas a hacer con tu matrimonio?”
“No lo sé. Desearía que Sarah no fuera tan peleonera ni tan difícil de vivir con ella,” dijo.
Era mi momento de darle retroalimentación. “Jim, parece ser que ella no es todo el problema. La has responsabilizado de pedir ayuda para ustedes. Ella es la que contactó a tus padres y a mí. No has hecho nada proactivo para trabajar en tu relación más que sobre las cosas que te acosa; y no tienes un proceso para lidiar con tu dolor y la frustración que sientes por no tener éxito.
Finalmente, aún crees que ella es el único problema en esta relación. No me sorprende que te fastidie, Jim. Es la única manera en la que te has motivado en tu relación. La has empoderado para que sea tu madre”.
Se encendió el foco
Podía ver como el foco explotaba en su cerebro. Por primera vez en mucho tiempo, Jim empezaba a darse cuenta de que le había dado su poder a su esposa. Ella se había convertido en la responsable de la salud de su relación. Mientras que el mantuviera este sistema de creencia, siempre sería impotente de arreglar lo que estaba adentro de él.
Muchas personas son como Jim. Crean un sistema de creencia que les dice que ellos no son responsables de la condición de su propia vida. Es menos doloroso creer que sus problemas son por la culpa de todos los demás.
Cuando hablé por primera vez con Jim, se había dado por vencido en su relación. Le había dicho a su esposa que estaba considerando divorciarse porque ella lo hacía miserable. Lo que Jim no se daba cuenta es que si el hubiera pasado menos tiempo preocupándose de lo que Sarah hacía y más en darse cuenta de lo que él hacía, podía arreglar la mayoría de sus problemas. Sin embargo, Jim nunca se había hecho responsable de su vida y matrimonio, así que siempre estaba frustrado y abrumado porque su paz y felicidad estaban a la merced de su esposa.
Una vez Jim se dio cuenta que había entregado todo su poder, pudo arrepentirse de su mentalidad de víctima y resolver lo que haría para obtener su poder y amar a su esposa. ¡Hoy, Jim ya no es una víctima y su matrimonio florece!
¡Siempre he dicho que siempre y cuando un problema sea 100 por ciento mi culpa, es un buen día! Puedo arreglar cualquier cosa que sea mi culpa, pero no puedo arreglar nada que no controlo. El día que te hagas responsable de tu vida es el día en que empezarás a tomar el control otra vez.
CUARTO PASO: pongan límites sanos
Uno de los mayores aspectos de estar en control de tu vida es la habilidad de poner límites sanos con las personas. Proverbios 25:28 dice, “Como ciudad derribada y sin muro es el hombre cuyo espíritu no tiene rienda”. La persona que carece la habilidad de poner límites será como una ciudad derribada y saqueada. Una ciudad sin defensa es saqueada y deja de tener algo de valor para ofrecer. Los límites personales son como muros protectores de una ciudad antigua. El propósito de tener buenos límites es para protegerte y nutrirte para que puedas cultivar relaciones sanas con otros. Sin la habilidad de protegerte, no puedes proteger a nadie más en tu vida. Una persona establece límites sanos a través de un proceso de definir sus virtudes, valores y necesidades y luego comunicárselos a las personas con las que tiene relación.
Cuando expresas tus límites a otros, ellos tienen la oportunidad de respetar tus necesidades y virtudes y proteger tu relación con ellos. Cuando ellos valoran y protegen las cosas que son importantes para ti, la relación florece. Este es el proceso que construye confianza entre tú y otros.
Otro gran aspecto de los límites es la habilidad de hacer saber a las personas lo que puedes hacer, harás, no puedes hacer y no harás. Tienes el derecho y la habilidad de poner límites con otros por la salud de la relación. No hay relaciones sanas sin límites sanos.
Una de las cosas que todos debemos tener en mente cuando ponemos límites es que su objetivo principal debería de ser construir relaciones más fuertes y profundas. Sí, los límites dejan a algunas personas fuera de una relación con nosotros, cuando se rehúsan a respetar esos límites. Pero el objetivo principal de decirles a otros lo que necesitamos y sentimos es para que ellos puedan hacer las cosas que cultivan una relación sana con nosotros, no para que tengamos una razón válida para tacharlos de nuestra lista de amistades.
Las personas poderosas saben lo que necesitan y lo que harán. Son capaces de poner límites porque creen que nadie es responsable de ellos. No importa cual sea la situación, aún pueden ser poderosos y escoger sus respuestas porque nadie más que Dios está en control de su futuro.