Nuestras amistades son una bendición (y a veces temporadas) a medida que maduramos a lo largo de la vida. Las personas que Dios pone en nuestras vidas tienen el propósito de acercarnos más a Cristo a través de la compasión, comunión, humilde corrección y perdón. Si verdaderamente queremos mantener y fortalecer nuestras amistades, debemos tener un corazón y una mente abierta acerca de cómo amarlos mejor a medida que la vida continua.
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