LA AUTOCOMPASIÓN: HACER LAS PASES CONTIGO MISMO EN EL PROCESO
A MENUDO SE HABLA DE LA COMPASIÓN CUANDO SE TRATA DE AYUDAR A OTROS QUE ESTÁN EN NECESIDAD, PERO ¿CÓMO ES CUANDO SE TRATA DE NOSOTROS MISMOS?
El año pasado fue duro para mí (seamos honestos, el 2020 fue un año difícil para casi todos). Las personas, los lugares y las cosas en las que había puesto mi seguridad cambiaron a medida que se establecían los cierres y la distancia social se convertía en la nueva normalidad. Las viejas heridas y los sistemas de creencias que tenía estaban quedando expuestos. Realmente sentí que mi vida se había caído a pedazos delante de mí, y yo no tenía ni idea de cómo manejarlo ni procesarlo.
Sí, yo sabía todas las palabras exactas que decir. Yo era muy buena vendiendo la idea de que yo era amable y paciente conmigo misma al procesar el dolor y la decepción que sentía (hacia otros y hacia mí misma). Luego me di cuenta de que mi diálogo interno me contaba una historia completamente diferente. En lugar de pensamientos alentadores y positivos, mi mundo interno consistía cada vez más en pensamientos tales como:
“Ya pasamos por esto, ¿por qué vuelve a surgir?”.
“Vamos, supéralo de una vez”.
“¿Por qué esto te afecta tanto? ¿Por qué tienes que ser tan sensible?”.
“Si tan solo pudieras deshacerte de esto, sería mucho más fácil para otros estar cerca de ti”.
No son los pensamientos más alentadores, ¿cierto? Esto es lo que he aprendido:
Lo que creemos de nosotros mismos afectará radicalmente nuestra perspectiva de la vida y cómo nos relacionamos con nosotros mismos y los demás.
Quizás mientras leías esos pensamientos, tú te has dado cuenta de que ya te has dicho esas cosas a ti mismo. Te estarás preguntando: “Bueno, ¿qué hago al respecto?”. ¡Abordar esto puede resultar desalentador si los pensamientos autocríticos han sido lo normal para ti! Aquí tienes algunas herramientas que me han ayudado a crecer en esta área:
1. IDENTIFICA LAS MENTIRAS
Proverbios 23:7 (RVR1960) dice: “Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él”.
Es muy importante tomar un tiempo para identificar cualquier tipo de mentiras que estemos creyendo sobre nosotros mismos en el proceso.
La mentira más grande que yo he creído fue que mi dolor y mi decepción eran pecado. No tenía ni idea de lo que era tener compasión conmigo misma por algo que creía que era “erróneo” o “malo”. Pensaba que, si tan solo lograba tragármelo y superarlo, entonces me sentiría más cerca de Dios y de mí misma. Yo creía que era una carga y que mi proceso era demasiado para que alguien quisiera atravesarlo conmigo.
Cuando nos alimentamos constantemente de pensamientos como estos, nos aislamos de la gente que está a nuestro alrededor, de nosotros mismos y de Dios. Una cosa que he aprendido de esto es que, cuando nosotros creemos que nuestro corazón es “demasiado” para ser digno de amor y conexión, iniciamos este ciclo de castigar a nuestro corazón por sentir dolor, decepción y cualquier otra emoción “negativa”, lo que en realidad no deja lugar para que Jesús entre y nos ame en esa área. La autocompasión y la sanidad comienzan cuando entendemos que somos dignos de amor aun en medio de nuestro desastre, y que Jesús siempre querrá encontrarse allí con nosotros.
2. REEMPLAZA LAS MENTIRAS CON LA VERDAD
Una vez que hayas identificado una mentira que estés creyendo, tomate un tiempo para llevarla delante del Padre y pregúntale sobre su verdad acerca de esa área en tu corazón. Cuando nosotros la identificamos y la traemos a la Luz, ¡la mentira pierde todo el poder que tenía sobre nosotros! Las declaraciones son tan poderosas en este paso. Yo amo escribir en el espejo del baño las palabras que Dios declara sobre mí, y decirlas en voz alta como recordatorio en las mañanas. Descubrí que cuanto más intencional soy con estas declaraciones, menos mi mente quiere recurrir a esos pensamientos críticos y severos.
La autocompasión es aceptar lo que Jesús dice de nosotros y creer que nosotros somos dignos de la compasión que Él les da libremente a otros. Cuando comenzamos a tomar esto como la Verdad, nos comenzamos a ver y a tratar a nosotros mismos de la forma en que Jesús lo hace.
3. ENTIENDE QUE ERES HUMANO (¡Y QUE DIOS TE HIZO DE ESA MANERA!)
Yo quiero que sepas que nosotros siempre estaremos en proceso.
Nunca llegaremos” ni jamás seremos perfectos. (Como perfeccionista en recuperación, yo sé exactamente cómo esa declaración hizo sentir a muchos de ustedes. A todos les digo que vamos a lograrlo). Somos humanos hechos con hermosura, y así es como Él nos creo. A Dios no lo toma por sorpresa nada de lo que hacemos ni nada de lo que atravesamos. Una vez que hacemos las paces con esa verdad, podemos crecer en confianza. Nosotros podemos aprender a escogernos a nosotros mismos de manera incondicional, sin importar en qué temporada de la vida nos encontremos
Si hay algo con lo que quisiera que te quedes, es con esto: como un niño que aprende a caminar, el Padre no se enoja ni presiona a su hijo a que camine mejor antes de que su hijo sea capaz de hacerlo. Dios Padre celebra cada paso tambaleante, aun cuando nos caemos después del primer paso. Nuestro proceso no le molesta.
Yo hace poco leí una frase que decía: "Cualquier acción que vaya en dirección a tu propósito debe considerarse un progreso sagrado". Si hoy tan solo puedes dar un solo paso tambaleante en dirección al crecimiento, tú tienes que saber que eso es suficiente.
Confía en que estás exactamente donde necesitas estar ahora mismo. Él te está guiando, y tú puedes elegirte y amarte a ti mismo a cada paso del camino, ¡así como Él lo ha hecho!
Te prometo que un día pasarás esta temporada y te darás cuenta de que ibas progresando a cada paso del camino.