EL VERDADERO AMOR NO SE CALLA: POR QUÉ NO DEBEMOS QUEDARNOS CALLADOS EN UNA CULTURA DE CONFUSIÓN

Tú entra en la mayoría de las iglesias de hoy en día y probablemente escucharás un mensaje de amor, esperanza, motivación e identidad. Y todo eso es bueno y está bien. Después de décadas de mensajes demasiado duros, es natural que la cuestión se haya ido hacia el otro lado. Pero ¿nos habremos ido al otro extremo? ¿Estaremos enfocados en ser tan complacientes que descuidamos lo que significa ser un verdadero amigo de los que vienen a nuestras iglesias?

Ahora, el error que cometimos en las décadas pasadas fue decir la verdad de maneras que no siempre mostraban amor. La respuesta a esto no es reprimirnos de decir la verdad. La respuesta es aprender a decir la verdad en amor.

Jesús fue sin dudas un amigo de pecadores, y nosotros deberíamos serlo también, pero es tiempo de que revaluemos lo que ser un amigo significa de verdad. No sé tú, pero yo, por mi parte, espero que mis amigos me digan la verdad. No quiero que sean duros con la verdad, pero sí que me digan las cosas que necesito escuchar.

A todos nos han dicho la verdad sin amor algunas veces. No se siente muy bien. La verdad sin amor es cruel, pero el amor sin la verdad no tiene sentido. Necesitamos ambas. Y cuando vemos a Jesús, vemos estas dos cualidades reveladas por completo. Él es el Dios que amó tanto al mundo, el que es en sí mismo la naturaleza pura del amor, sin embargo, Él es también la verdad (Juan 14:6).

Considera el ejemplo de la mujer encontrada en adulterio en Juan capítulo 8.

Ella está expuesta en su pecado y está rodeada por sus acusadores presumidos que quieren apedrearla. La mayoría de nosotros conoce la historia. Jesús se inclina y escribe algo misterioso en la tierra. Después se levanta y les dice a los que la condenan: "… Aquel de ustedes que esté libre de pecado, que tire la primera piedra" (NVI). Uno por uno de los acusadores, empezando por los más viejos, se fueron. Luego viene el momento de hermosa gracia que todos conocemos. Jesús se dirige a ella y le dice: "Mujer, ¿dónde están? ¿Ya nadie te condena?". Ella le responde: "Nadie, Señor". Y Él le dice: "Tampoco yo te condeno…". Impresionante.

¡Qué asombrosa expresión de amor, gracia y belleza, todo junto en este potente momento! El Dios de la eternidad penetró hasta el polvo de nuestra existencia y lo transformó con un solo toque.

Pero si Jesús tuviera la actitud de la mayoría de las iglesias de hoy en día, ahí terminaría la historia. Afortunadamente, no es así. Su amor por nosotros se extiende mucho más allá.

Aunque las palabras "Tampoco yo te condeno…" son hermosas, las siguientes palabras de Jesús están también cargadas de gracia, amor y verdad.

Jesús le dice: "Ahora vete, y no vuelvas a pecar".

¿Por qué? Porque Él sabe que ella ha estado buscando la vida en lugares donde no puede encontrarla. Porque Él sabe que ella ha estado tratando de beber de cisternas agrietadas y secas que no pueden saciar su sed. Porque Él ve las maneras de vivir erróneas que ella ha adoptado, y la está invitando a dejarlas atrás. Porque el deseo de Jesús para ella es que ande por completo en la identidad que Él creó para ella, y Él sabe que ella ha estado viviendo muy por debajo de eso. Jesús ve el dolor que sus decisiones han causado en su vida y en la vida de otros, y Él tiene reservadas cosas mucho mejores.

¿Te das cuenta?

Este llamado es una invitación a más y es increíblemente HERMOSO.

Verás, Jesús nos ama donde estamos, pero nunca nos deja donde estamos. Nos llama a tener vida.

Mi pregunta es, como iglesia, ¿estamos haciendo lo mismo?

Cuando veo al cuerpo de Cristo en general, guardamos un silencio inquietante ante tantas cosas que están causando daño en la vida de las personas como la codicia, la atracción al mismo sexo, la hipocresía, el chisme, la autopercepción, la calumnia, el relativismo moral, la disforia de género, el aborto, la pornografía y otros. ¿Las personas que realmente aman a los demás permanecen en silencio?

¿Preferiríamos arriesgarnos a dejar a alguien en cautiverio y vergüenza antes que decirle algo en amor que podría ofenderle o incomodarle temporalmente? ¿Hemos confundido amar incondicionalmente a las personas con dar una aprobación general de sus acciones? ¿Creemos que la Palabra de Dios aún habla de estas cosas? No es la Palabra de Dios la que guarda silencio ante los temas controversiales de nuestros días; somos nosotros. Y la dura verdad es que no estamos amando de verdad a las personas de la forma que Jesús lo hizo si nos abstenemos de decir la verdad en nombre del amor. Jesús nunca lo hizo. Su amor va más profundo.

Amado y amada, seamos como Jesús, llenos de compasión, pero sin comprometer la verdad.

Nunca dejemos de declarar con audacia el inmutable, constante, incondicional, infinito, inmerecido y firme amor de Dios, pero recordemos que el amor siempre nos llama fuera del quebrantamiento hacia algo mejor.

Nunca olvidemos que el mismo Jesús que dijo "Tampoco yo te condeno" agregó: "Ahora vete, y no vuelvas a pecar". Él no solo perdona nuestros pecados y quita la vergüenza. Él nos hace libres del gobierno tiránico del pecado en nuestra vida, y nos invita a tener la vida que Él planeó para nosotros. Dios, en su firme amor por nosotros, no se conforma con darnos menos. Nosotros tampoco deberíamos.

*Si te gustaría saber más de Lisa Bevere, ¡únete a nuestro siguiente evento para mujeres, The More Gathering!