CÓMO PROTEGER Y LUCHAR POR LA CONEXIÓN EN TU MATRIMONIO

ELEGIR AMAR ES PODEROSO

Recuerdo con mucha claridad los primeros meses después de nuestra boda. Ahí fue cuando caí en una conclusión sorprendente. Esto no lo pensé por alguna situación o evento particular, simplemente ocurrió al sentarme a sopesar cosas. Me di cuenta de que cuando nos casamos mi esposo no se volvió automáticamente ciego a otras mujeres. Lo sé, ¡que sorpresa! Cuando estábamos saliendo, yo creía que yo era lo único que sus ojos podían ver. A medida que fui entendiendo esta nueva revelación, empecé a preguntarle a Dios por qué no puede hacernos ciegos a otros cuando nos sometemos a un pacto. Recuerdo muy claramente como me dijo: “Hayley, el amor es aún más poderoso cuando abundan las opciones. El poder del amor de tu esposo no yace en la falta de opciones, sino en el hecho de que te elige constante e intencionalmente ante la variedad de ellas.”

A través de los años de matrimonio y de pastoreo a otros en sus matrimonios, he sopesado esta idea muchas veces. He visto a muchas parejas creer que el matrimonio sería la solución para muchas cosas o que sería el abrigo necesario para traer seguridad y sanidad a sus heridas. Y aunque esto a veces pasa, la realidad es que un verdadero pacto es vulnerable. Para cosechar completamente los beneficios y el poder de un pacto, hay que abrazar completamente la realidad de que no puedo controlar todo, y tú tampoco. No hay un sistema o fórmula que solucione esto. Solo tengo que dar mi amor, lealtad y decisión de forma sincera a esta persona cada día, y debo confiar en que recibiré lo mismo a cambio.

LO FÁCIL NO SIEMPRE ES BUENO

Creo que como humanos muchas veces sentimos que “si es algo correcto o bueno para mí, será fácil”. Si la conexión fuera fácil, seríamos muy buenos para ello. No existirían reels o publicaciones de Instagram brindando herramientas y consejos sobre como conectar con nosotros mismos y con otros. La verdad es que la conexión requiere trabajo y, cuando estamos cansados, no queremos trabajar.

Hay momentos en que mi esposo y yo queremos tener una cita, y terminamos teniendo una discusión tonta de camino al restaurante. A veces simplemente pasa porque no hemos podido hablar de verdad en varios días. Cuando tenemos estas discusiones tontas, muchas veces siento ganas de regresarme a casa, o pienso “solo olvídalo” porque me siento estancada, y el camino a la intimidad requiere trabajo duro (y a veces doloroso), y eso implica vulnerabilidad. Sin embargo, he aprendido que justo al otro lado de “esto es trabajo duro (o doloroso)” o “quiero escapar” se encuentra la conexión que realmente estoy deseando. Decidir comprometerse y ser gentil no es algo natural para todos (o para la mayoría). Es trabajo duro, tal como volver al gimnasio cuando hace un tiempo que has dejado de ir.

Las relaciones comienzan llenas de entusiasmo, alegría e ilusión. Tenemos la oportunidad de experimentar amor, cuidado y conexión. Pero muchas veces tras el entusiasmo sigue una oportunidad de decepcionarse, y ahí es cuando podemos elegir quedarnos en vez de correr, para poder crecer verdaderamente.

DIOS ES NUESTRA FUENTE

Nuestro esposo no es nuestra fuente de amor, ni de alegría. Dios es esa fuente, y nuestro esposo es el blanco. Claro que hay momentos donde sentimos inmensa alegría o amor, y esos son regalos que recibimos, pero en los momentos difíciles no debemos usar a nuestras parejas como fuente, si no a Dios, para que nos permita amar de la forma en que no estamos recibiendo amor y dar aquello que no obtenemos de otros.

PUNTOS PRÁCTICOS:

Me interesa desglosar todo esto en algunos pasos prácticos que mi esposo y yo tomamos para buscar una conexión verdadera. Estas son algunas de esas claves:

NO OLVIDEN QUE ESTÁN EN EL MISMO EQUIPO, Y DÍGANLO CUANDO SEA NECESARIO

Cuando empiezo a sentir que estamos en desacuerdo o que no logramos encontrarnos en la conversación, trato de decir en voz alta: “Estamos del mismo lado” y que quiero arreglar lo que está pasando porque no somos enemigos. A veces sientes que el otro es tu enemigo, pero en verdad ustedes son compañeros, y cuando lastimas al otro, te estás lastimando a ti mismo.

REAFIRMA LA VERDAD CUANDO ESTÉS SIENDO VULNERABLE

Muchas veces en mi matrimonio me he sentido herida por mi esposo cuando no era su intención. Muchas veces me he sentido menospreciada, pero sé que él sí me valora. No es algo fácil de recordar cuando me siento herida o frustrada, pero hago lo mejor que puedo para reafirmar a mi esposo en las cosas que sé que son verdad, antes de comunicar lo que siento. Por ejemplo, diría: “Sé que me amas y que nunca querrías que me sienta lastimada o menospreciada, pero me sentí herida cuando…” afirmando las cosas que sé que mi esposo es, y su identidad de hombre amoroso, gentil, seguro. Luego de hacer eso, pongo mis sentimientos sobre la mesa al compartir cómo me siento o cómo me ha afectado una situación en particular. Esto pone valor sobre ambos, manteniéndonos conectados y en el mismo equipo.

DIRECCIONAR TU CORAZÓN HACIA EL MISMO SENTIDO ES UN BUEN LUGAR PARA EMPEZAR

Si no han podido compartir tiempo juntos últimamente, es más probable que vayan a discutir cuando finalmente tengan tiempo porque tal vez hay algunas cosas que no se han comunicado correctamente. Mi esposo y yo tratamos de hacer alguna actividad donde nuestros corazones vayan en la misma dirección. Esto puede ser un café, almuerzo, mirar una película, salir a caminar, pero sin ninguna otra distracción. Nuestros teléfonos nos distraen, y se llevan nuestra atención y afecto. Si van a mirar una película, aparten el celular, tómense de las manos y dejen que su corazón se vuelque en la actividad que están haciendo juntos. Les sorprenderá cuánto pueden conectarse de esa forma. Hay tantas veces en las que mi esposo está en el sillón dispuesto a abrazarme y yo estoy ocupada haciendo alguna otra cosa. Cuando realmente suelto las otras cosas y me vuelvo hacia lo que está disponible, cosecho los beneficios de su amor que están a mi disposición.

INTENTEN EVITAR DECLARACIONES EXAGERADAS O ACUSATORIAS COMO: “TÚ HICISTE…”, “TÚ SIEMPRE…”, “TÚ NUNCA…”

Cuando siento emociones fuertes, me gusta comunicarlas en formas fuertes. Sin embargo, he observado que puedo terminar haciendo una montaña de un grano de arena cuando hago eso. Cuando nos comunicamos apuntándonos con el dedo y con palabras acusadoras, como “me has hecho sentir así” o “tú siempre haces esto”, puede hacer que nuestro esposo se sienta acusado o como que no tiene salida. Cuando nos sentimos estancados, las cosas tienden a explotar. Busca hacer de tu comunicación una invitación para que el otro te de su punto de vista, y así poder dialogar de forma que ambos se sientan vistos y escuchados.