SILENCIANDO A LA VERGÜENZA

¿Alguna vez has escuchado esa pequeña voz en tu cabeza decir....?

"No encajas"

"Nadie te quiere"

"Eres estúpido/a"

"Eres la única persona que ha cometido este error"

"¿Cómo podría amarte Dios? Es decir, Él realmente sabe todo de ti"

"No eres digno/a de ser amado/a"

"Nunca alcanzarás tu propósito"

O alguna vez has sentido que ...

"Todos están en mi contra"

"No soy tan bueno/a como los demás"

"No puedo hacer las cosas bien"

"Si tan solo me esforzara más, entonces..."

"Estoy solo/a"

"Me odio a mí mismo/a"

"No valgo nada"

Si respondiste "sí" a cualquiera de estas frases, la vergüenza puede estar hablándote.

LA VERGÜENZA HA ESTADO HABLANDO DESDE EL JARDÍN DEL EDÉN

Cuando Adán y Eva pecaron por primera vez en el jardín del Edén, la culpa fue un síntoma apropiado para su desobediencia. La culpa se contruye en nuestra consciencia para hacernos saber cuando hemos hecho algo que amenaza nuestra conexión con Dios.

De hecho, la culpa es algo bueno. Es como una luz de aviso en el tablero de un carro que te permite saber cuando algo necesita atención antes que el motor explote.

La culpa es de Dios.

La vergüenza es de Satanás.

La culpa te dice: "Hiciste algo malo", como cuando el apóstol Pablo dijo "Todos pecaron" (Romanos 3:23). La culpa dice: "Hice algo mal". La culpa se trata de lo que nosotros hemos hecho.

La vergüenza llega más lejos: Habla de quienes somos.

La vergüenza es la sensación de ser indigno/a. Es el pensamiento central (incluso subconsciente) de indignidad.

La vergüenza dice: "Estás mal", "Eres un pecador", "Eres mala persona", "No eres suficiente".

La vergüenza pregunta: "¿Quién te crees que eres?"

LA VERGÜENZA PRETENDE HABLARLE A NUESTRA IDENTIDAD

Si el diablo nos convenciera de que no tenemos una identidad sobrenatural como hijos de Dios, nos descarrilaría de nuestro destino sobrenatural.

Cuando Jesús fue bautizado, Él escuchó al Padre decir: "Este es mi Hijo...". Identidad. Curiosamente, Jesús no predicó ni un mensaje, no sanó a alguna persona, ni profetizó hasta que primero escuchó sobre su verdadera identidad. Solo podremos cumplir nuestro destino sobrenatural hasta el nivel en que creamos en nuestra identidad sobrenatural.

LA VERGÜENZA TRATA DE LLEVARNOS FUERA DE NUESTRA IDENTIDAD

Después de su bautismo, Jesús fue llevado al desierto para ser tentado por el diablo. Dos veces, el diablo atacó la identidad de Jesús cuando lo retó, diciendo: "Si eres el Hijo de Dios, salta desde el techo del Templo".

El diablo estaba intentando tentar a Jesús para hacer que probara su identidad, porque sabía que si Jesús aceptaba el reto, demostraría que Él realmente no sabía quién era. Más que eso, Él habría tenido que invertir el resto de su vida probando su identidad una vez tras otra. Conocer nuestra propia identidad previene que actuemos por aprobación.

LA VERGÜENZA ES LA FUENTE DEL PERFECCIONISMO

La vergüenza siempre busca seducir a su presa hacia el perfeccionismo. Cuando escuchamos a la vergüenza, nunca nos sentiremos seguros en nuestra identidad. Siempre necesitaremos hacer algo más para probar que "estamos bien" y aún así, nunca apacigüaremos el deseo de aprobación traído por la vergüenza.

El buscar sentirnos valiosos por ser mejores, más exitosos, más delgados, más inteligentes, más adinerados, con más logros o incluso "bien" ocupados, es un intento inútil de cultivar un sentido piadoso de dignidad.

El apóstol Pablo dice en Efesios 2:8-9 que somos salvados por la gracia, no por nosotros; es un regalo de Dios, para que nadie se jacte. Esto significa que no puedes ganar tu dignidad. Somos dignos del amor de Dios por Su gracia, por nada más.

Además, éramos tesoros de Dios inclusive antes de ser cristianos: "Mientras éramos todavía pecadores, Cristo murió por nosotros" (Romanos 5:8). Cuando Dios creó a Adán y a Eva, Él dijo que eran "buenos"; ellos tenían valor intrínseco, dignidad, eran Sus tesoros.

SILENCIADORES DE LA VERGÜENZA:

1. Aprende a reconocer entre la voz de Dios y la voz del diablo.

Pregúntate: "¿Lo que estoy escuchando es una verdad o una mentira?" Intenta escribir todas las veces que la vergüenza te hable durante el día. Te sorprenderás de cuán a menudo la vergüenza está hablando.

2. Aprende a ser vulnerable.

La vergüenza ama lo secreto. La verdad nos hace libres. Ser abiertos y honestos requiere grandes riesgos, pero también cosecha grandes premios. Empieza contigo mismo, con Dios y luego busca a alguien que te de buena retroalimentación. Decirle a alguien que hemos estado escuchando a la vergüenza nos libera del poder del secreto y silencia a la vergüenza.

3. Aprende a reconocer tus sentimientos.

La empatía es el antídoto para la vergüenza. Cuando somos capaces de discernir e identificar nuestros sentimientos y los sentimientos de los demás, se crea un camino para encontrar lo que necesitamos de Dios, de los demás y de nosotros mismos. Pregúntate, "¿qué siento en este momento?", "¿qué necesito?"

4. Aprende a llevar todo pensamiento cautivo.

Te sentirás tentado a creer y actuar de manera negativa, hiriente y disfuncional tras los mensajes que la vergüenza te envía. La vergüenza es silenciada cuando tomamos propiedad de nuestros errores y aceptamos nuestras limitaciones y deficiencias, así como cuando interpretamos los motivos de los demás correctamente. Toma responsabilidad en someter los pensamientos y sentimientos de vergüenza, en obediencia a la perspectiva de Cristo (2 Corintios 10:5).

5. Aprende a escuchar con oídos de Fe.

Pregúntate, "¿qué me quiere decir Dios de mi identidad en este momento?", "¿qué piensa Él de mí?". También, empieza leyendo la Escritura desde la perspectiva de que Dios está para ti, que eres un buen hombre o una buena mujer, que eres santo y salvado por Gracia, un vencedor, la niña de sus ojos.

6. Aprende a ser agradecido.

El hecho es que eres creación admirable (Salmo 139:14). Ser agradecido/a por como Dios te ha hecho, aún con tus limitaciones e imperfecciones, te ayudará a reemplazar la vergüenza con aceptación y amor. Cada vez que escuches los mensajes que la vergüenza te ponga en la mente, bórralos con gratitud. El agradecimiento prepara el camino para poder avanzar.

Esperamos que esta publicación te ayude a silenciar los mensajes de vergüenza que te han enviado.

¡Pronto encontrarás más consejos prácticos e importantes de cómo silenciar la vergüenza!