Matrimonio y Divorcio

EL CARÁCTER, LA COMUNICACIÓN Y ELEGIR EL AMOR SOSTENDRÁN, REVIVIRÁN Y RENOVARÁN UNA RELACIÓN QUE PERDURE

 

La “personalidad” es fácil de entender. Tu “personalidad” es la forma en que otros te perciben. Es tu imagen pública. El carácter es quién eres cuando nadie te está viendo.

El diccionario define el carácter como “las cualidades mentales y morales distintivas de un individuo”. Aquí en Moral Revolution hablamos de “valores fundamentales”. La definición de “fundamental” es “lo central de algo”, y la definición de "valores" es “los principios o estándares de comportamiento de una persona; lo que uno juzga que es importante en la vida”. Por lo tanto, nuestros valores fundamentales son los estándares que elegimos poner en el centro de nuestras vidas, los que dirigen nuestras elecciones y comportamientos.

El carácter se revela cuando elegimos vivir de acuerdo con nuestros valores fundamentales a pesar de sentirnos incomprendidos, calumniados, acusados o ignorados. Si tengo un valor fundamental que me dice que debo esforzarme por no lastimar a otros mientras discuto, cuando la discusión suba de tono voy a evitar oraciones como “tú nunca…” o “tú siempre…”

 

“Lo difícil del matrimonio es que nos enamoramos de una personalidad, pero tenemos que convivir con un carácter.”  - Peter Devries -

 

El matrimonio es un pacto vitalicio que hacemos con una persona ante Dios. Es demasiado tiempo a muy corta distancia el uno del otro como para que se sostenga solo con la relación de las personalidades. Las personalidades terminan dando paso a un "yo" interior que se revela; un encuentro de caracteres. La mayoría de las personas en tu vida son un espejo que refleja tu personalidad, y a ti (probablemente) te encanta porque muestran lo mejor de ti. Si bien esto también se da dentro del matrimonio, sentimos además que la otra persona es un espejo de nuestro carácter, y puede que estés viendo un lado tuyo que no es tan agradable como pensabas.

Una de las razones por las que las personas fracasan en el matrimonio no es porque no quieren a su cónyuge, es porque no se quieren a sí mismos. Muchos preferirían estar con otros antes que quedarse con su cónyuge pero siguen teniendo que estar consigo mismos.

Dios hace pactos y los cumple. Es lo que Él es y es parte intrínseca de su naturaleza y carácter. Cuando Él hace un pacto nunca va a faltar a su palabra. “En verdad, el que es la Gloria de Israel no miente ni cambia de parecer, pues no es hombre para que se arrepienta.” (1 Samuel 15:29).

Los pactos van de la mano con el desarrollo del carácter. Es así en nuestra relación con Dios y es así en nuestros matrimonios. Dios hace pactos tan profundos con nosotros que cuando Él es el espejo, nos retorcemos al ver la fealdad que hay en nosotros, pero todavía podemos estar ante Él sabiendo que nos ama, que nos ve y que Él no se esconde de nosotros. Mientras transitamos el camino junto a Él, nos entrena para el matrimonio y para otros pactos. Podemos empezar a atrevernos a creer que podemos ser transparentes en nuestras relaciones más cercanas porque nos ama plenamente Aquel que lo ve todo y nos ama, ríe con nosotros y nos transforma.

Lamentablemente, hay casos en que la separación y el divorcio se vuelven necesarios debido a violencia o maltrato. Pero estos casos no son motivo para empezar a decir que el divorcio está bien en cualquier circunstancia. La palabra de Dios creó este mundo. Cuando Él habló se crearon cosas y cambiaron cosas. Estamos hechos a Su imagen. Nuestra palabra es importante. Él se toma muy en serio los juramentos y promesas que salen de nuestra boca.

El divorcio no es una opción si nos aburrimos o si sentimos que ya no estamos enamorados. El carácter, la comunicación y elegir el amor lo sostendrán, revivirán y renovarán para el largo plazo. Dios lo hace con nosotros. ¡A Él le apasionan los pactos! Él nos promete poder, amor, dominio propio y humildad. ¡Él nos da el poder para estar en relación de pacto los unos con los otros, lo que refleja de forma hermosa Su carácter y naturaleza!