MANTENER ALGO OCULTO NO LO HACE PURO.

Keeping-Something-Hidden-Doesnt-make-it-pure.jpg

Muchos de nosotros hicimos clic en este artículo en busca de la verdad sobre el tema del sexo. Algunos de nosotros estamos entusiasmados, otros desesperados, algunos simplemente curiosos. Estamos listos para absorber los hechos, encontrar la libertad e irnos, cambiados para siempre... o eso creemos.

¿Por qué, entonces, buscamos, a veces durante años, escuchar la verdad y nos vamos sin haber cambiado? Tenemos las mejores intenciones, pero, por desgracia, nuestras presunciones y nociones arraigadas han moldeado nuestra capacidad (o incapacidad) para dialogar sobre sexo de forma saludable.

Verás, puedo compartir contigo nuevas ideas, teología y estadísticas científicas hasta que te pongas azul, pero si ya estás adoctrinado, ya has tomado una decisión al respecto. Lo más probable es que no seas capaz de escuchar completamente lo que tengo que decir porque lo estás escuchando a través del filtro de lo que sabes o de lo que has experimentado.

No hay por qué avergonzarse de ello; todos hemos pasado por esto. Pero si queremos avanzar y encontrar la libertad, primero debemos darnos cuenta de que es imposible que aprendamos sobre el sexo sin saber dónde lo hemos aprendido ya.

En Moral Revolution hemos llegado a la conclusión de que existen tres entornos principales en los que aprendemos sobre el sexo. Los llamamos el entorno silencioso, el entorno saturado y el entorno conflictivo. En este blog vamos a abordar el primer entorno: el entorno silencioso.

Imagina la puerta de un dormitorio. La puerta está cerrada; ha estado cerrada durante la mayor parte de tu vida, y alguien tiró la llave. Todas las demás habitaciones de tu vida, cocina, sala, baño, son accesibles para ti. La puerta del dormitorio, sin embargo, está cerrada. Es casi como si no existiera. ¿Qué hay detrás de esa puerta? Un gran agujero negro de misterio. Tus padres nunca te mencionaron nada. Tu iglesia no tiene ni idea de lo que estás hablando. "¿Puerta? ¿Qué puerta?"

Este es el entorno silencioso.

Aquí aprendemos que el sexo no es ni bueno ni malo; simplemente nunca se habla de él. Empiezas a preguntarte cuál es el problema. Las personas de tu vida nunca te dijeron nada al respecto, y te quedaste solo para averiguarlo. Para la mayoría de nosotros, eso significaba ver películas, quedarnos despiertos viendo la tele hasta tarde, navegar por Internet o preguntar a los amigos. Quizá un día te sorprendió descubrir que había todo un mundo del que nadie te había hablado. Tal vez fue abrumador. Quizá te encontraste en una situación, incluso física, en la que no sabías lo que estaba pasando. Ocurrió sin más, y de repente te diste cuenta de que había más de lo que parecía.

En el Entorno Silencioso aprendemos que el sexo forma parte de la vida, pero es demasiado privado para hablar de él o no es demasiado importante. Al fin y al cabo, si realmente fuera tan importante, alguien habría dicho algo. Si realmente fuera vital saber lo que significa, cómo debe usarse y el poder que tiene, entonces las personas más importantes de nuestras vidas nos habrían hablado de ello. ¿No es cierto?

Tal vez nuestros padres pensaban que nos estaban protegiendo. Tal vez los líderes de nuestra iglesia pensaron que era demasiado privado. Tal vez tampoco creían que fuera importante. De cualquier modo, ese silencio nos decía algo sobre su valor, su importancia y su poder.

Contrario a la creencia popular, el entorno silencioso no es el más puro.

MANTENER ALGO OCULTO NO LO HACE PURO

Hay que hablar de sexo; si no lo hacemos, el silencio que creemos que nos protegerá en realidad abre otra puerta. Como resultado, a menudo vemos cómo la vergüenza, la culpa, la confusión y el miedo llenan los vacíos de lo no dicho. Esto es particularmente cierto en las vidas de niños y jóvenes. Si no se dedica tiempo a explicar el valor de algo, tenemos que descubrirlo y aprenderlo por nuestra cuenta.

Si pasamos por este proceso solos, nos decidimos por lo que nos conviene o suena bien en el momento. El peligro es el siguiente: cuando no estamos informados por personas en las que confiamos, dejamos que otras voces influyan en nuestra perspectiva. Empezamos a aprender sobre sexo, sexualidad y belleza a partir de la cultura pop. La sociedad empieza a dictarnos lo que debemos hacer con nuestro cuerpo o lo que debe ocurrir en nuestras relaciones. Estas ideas se convierten en nuestras creencias. Estas creencias se convierten en nuestras acciones. Estas acciones empiezan a definir nuestro carácter.

Si éste era tu entorno, respira hondo. Puedes empezar a renovar tu mente y volver a una base saludable en lo que se refiere al sexo y la sexualidad. Hazte las siguientes preguntas. Tal vez puedas tomar tu diario y darte un tiempo para reflexionar sobre lo que crees en tu interior acerca del sexo. Tómate tu tiempo. Este es un proceso personal.

1. ¿Qué me han dicho sobre el sexo?

2. ¿Qué aprendí de mi entorno?

3. Si tuviera que describir el sexo o la sexualidad en una o tres palabras, ¿qué palabras utilizaría?

4. ¿Me siento libre para hablar de sexo con personas de confianza, o siento la necesidad de abstenerme?

5. ¿Cómo me siento respecto al sexo y la sexualidad: sucio, temeroso, curioso, excitado, etc.?

¡Es hora de romper el silencio!

PRÓXIMAMENTE - Parte 2: Sobrepensar acerca de un simple encuentro