LA VERDAD SOBRE CÓMO EL PECADO OCULTO PUEDE AFECTAR A UNA FAMILIA ENTERA

¡La pornografía es un asesino serial! Profana tu alma, destruye tus relaciones y arruina tu futuro. Muchas personas que se encuentran atrapadas en la pornografía (y otros pecados ocultos) no se dan cuenta del doloroso efecto que eso tiene en sus familias e hijos. En 1 de Corintios 7:14, la Biblia dice que solo el padre creyente santifica al hogar. Esta verdad se puede aplicar al revés, y un padre puede abrir la puerta a la actividad demoníaca para toda su familia. Las personas que se encuentran atrapadas en adicciones a menudo se preguntan por qué sus hijos están oprimidos o por qué sus cónyuges no son felices. Frecuentemente, esto se debe a que su pecado secreto ha abierto puertas y creado un efecto dominó de dolor.

La verdad es que, te des cuenta o no, no importa cuán duro intentes ocultar y encubrir tu secreto, ¡este tipo de pecado reproduce una infinidad de efectos que van más allá de la persona que está atada en esclavitud!

Por ejemplo, si el esposo está atrapado en un pecado oculto, puede ser muy común que la esposa tome el papel de protector de la familia y trate de ser "fuerte para todos". Pero, ¿qué termina sucediendo cuando el hombre emprende el camino de sanidad de su pecado secreto y se libera de su esclavitud? ¡La esposa puede darse cuenta de que tiene que ocuparse de su propio dolor por estar llevando el peso del pecado de su esposo! Continúa leyendo y verás muy seguido que esta es una travesía de dos o más personas que van recuperándose juntas. Y presta atención a esto: el tipo de esclavitud del que estoy hablando no es exclusivamente para la pornografía; también se aplica al alcoholismo, la adicción al trabajo o cualquier otro lugar en donde tratas de ocultar tu dolor.

Betsy Jacobs es escritora, conferencista e instructora de vida; y espero que muchos obtengan libertad por medio de su historia. Lee esta increíblemente cruda historia real sobre una esposa que quedó abandonada tras la adicción de su esposo a la pornografía, y cómo Dios intervino para sanarlos.


En nuestro primer aniversario de bodas, mi esposo me introdujo a la pornografía. Mientras yo cortaba parte del pastel de nuestra boda que habíamos preservado muy bien para esta ocasión, él planeaba introducirme a una adicción que él había mantenido en secreto desde la infancia. Lo que pasó con nuestro matrimonio en los años siguientes a esa noche fue una pesadilla. En mi libro, Awakening Your Phophetic Voice, “Despierta tu voz profética”, describí nuestro matrimonio así:

"En ese entonces, mi esposo era un pastor de jóvenes que se automedicaba con pornografía. Él estaba más que un poco amargado, algunas veces también suicida, y aunque él era un excelente proveedor, su tendencia era a ‘reprimir y resoplar’. Al borde de un colapso emocional, reprimía su dolor y después este salía con rabietas que eran ataques de miedo emocionales. Yo misma tendía a ‘esconder y desconectarme’: tenía un escondite secreto de comida chatarra en cada habitación. Era una comedora compulsiva emocional, que usaba la comida como alguien que se corta usa las navajas de afeitar".

Esta es la versión suavizada de lo que fue nuestra vida. Mientras mi esposo era el doctor Jekyll y el señor Hyde, yo sonreía y decía todas las cosas correctas, con la esperanza de que se solucionara todo por sí solo, pero postergaba lo emocional de todas las formas posibles.

Cuando él fue honesto y confesó a nuestra familia y amigos que necesitaba ayuda, yo sonreí y lo apoyé, de nuevo, pero yo estaba muy lejos de estar bien. Es una experiencia conflictiva pasar años luchando para proteger una relación de la misma persona con la que estás en esa relación, pero su confesión había sido mi única oración durante años, y ahora se había cumplido.

Mientras observaba a otros consolar y reconfortar a mi esposo durante su proceso de sanidad, la verdad es que yo me enojaba más cada día. Me sentí como si hubiera sido abandonada en ese conocido cementerio al que me arrastró, y él nunca se detuvo para notar si yo había salido de ese infierno viviente con él. De hecho, no había salido.

A menos que hayas pasado por algo similar, es realmente difícil entender la complejidad de por qué las mujeres permanecen, protegen e incluso permiten que una relación llegue hasta el punto de ser disfuncional. Nota: No estoy respaldando ni aprobando que las mujeres permanezcan en una relación que no es saludable; solo estoy reconociendo a hay algunas que lo hacen. Creo que, ahora mismo, hay muchas mujeres que están viviendo exactamente lo que estoy describiendo. Para todas las mujeres que han estrechado la mano de la esperanza mientras permanecen en la larga y obscura sombra proyectada por la vergüenza oculta de su esposo, estoy estrechando tu mano ahora mismo. No estás sola.

En el esfuerzo por no interrumpir su proceso de sanidad, y en particular porque yo estaba emocionalmente adormecida y había perdido mi voz, yo no había compartido con él el dolor en el que me encontraba... hasta el día en que lo hice. Un día inesperado salieron todas las palabras, cada palabra. No recuerdo qué fue lo que desató este vómito de ira, ¡pero no fue lindo!

Nunca olvidaré cómo miré a los ojos a mi esposo. Esperando que se pusiera a la defensiva y regresara a las viejas tácticas de intimidación que, ciertamente, no había visto en mucho tiempo, su mirada se tranquilizó y escuchó. La libertad que irradiaba de su semblante se sentía arrogante ante mi corazón magullado y maltratado.

En algún momento entre los gritos agotadores y las lágrimas incontrolables, mi esposo me dijo que yo necesitaba contarle a alguien mi versión de la historia; que yo necesitaba compartir todos los horribles detalles. ¿Se refería a contar acerca de la vez que lo encontré encogido en el garaje cortándose los brazos, tratando de suicidarse mientras nuestros bebés estaban dormidos adentro? ¿O qué hay acerca de las decenas de veces que robé su teléfono y pasé horas durante la noche rastreando frenéticamente su huella digital sabiendo que lo que descubriría sería una completa decepción? Y me pregunto si él quería que compartiera sobre el momento en el que él descubrió, a través de una conversación de mensajes de texto que tuve con un antiguo novio de la secundaria, que yo estaba considerando divorciarme de él. ¿Eran esos los detalles que quería que compartiera?

Bien pudo haber sido Jesús parado delante de mí diciéndome que fuera fuerte, que me animara a salir de mi escondite y que no tuviera miedo, pero fue el milagro redentor de Dios que fuera mi esposo quien estaba parado frente a mí. Fue entonces cuando me di cuenta de que la devoción a una doctrina no salvaría mi matrimonio. Tampoco el terror a sonreír y soportar los conflictos de una fantasía optimista, sino que fue su rápida acción para inscribirnos en consejería matrimonial y su total apoyo para que yo escribiera abiertamente acerca de mis experiencias en esos primeros años de matrimonio lo que ha sanado nuestra relación tan bien.

Mi esposo y yo pasamos ocho días en España celebrando nuestro 17.o aniversario hace poco. ¡Fue glorioso! Nuestra historia es de esperanza y de amistad comprometida, pero si tuvieras que tomar algo de nuestra historia, espero que sea el poder de ver la diferencia entre lo que es tener verdadera esperanza en tiempos difíciles y lo que es ser engañado por la fantasía optimista.

En los primeros siete años de nuestro matrimonio, usaba mi conocimiento religioso para afirmar mi pasividad y evasión para permitir un comportamiento imperdonable. Aplaqué toda la negatividad y era optimista de que las cosas cambiarían eventualmente. Lo que he llegado a aprender es que la verdadera esperanza no solo tiene la visión de cómo será un mejor día, sino que te empodera para tomar acción en el presente. La verdadera esperanza es reconocer lo que se puede hacer hoy mientras se asume la responsabilidad para el futuro. La fantasía optimista, por otro lado, puede imaginar un mejor día, pero desvía la responsabilidad y la posiciona en una circunstancia futura o en el futuro posible de una persona. Esta forma de vida de puras palabras y nada de acción es dolorosamente debilitante, permite comportamientos no saludables y siempre posterga, para algún día más adelante, la vida abundante que Dios te ha regalado.

Como se menciona en Santiago capítulo 2, “la fe sin obras está muerta”. Además, “la fe la certeza de lo que se espera”, (Hebreos 11:1). Si descubres que la esperanza de tu relación se pospone a una circunstancia futura que parece nunca llegar y estás desalentado por la decepción que trae la ilusión, ¡entonces te animo a que salgas de ella! ¡Deja de invalidar las señales de advertencia y habla! No tomes decisiones en tu dolor, sino busca consejo profesional, comparte todos los detalles sucios. Esta será una luz que te guiará fuera del cementerio en el que la ilusión te tiene atrapado. Debes saber esto: tú tienes dominio propio a pesar de tu dolor; tú tienes una voz a pesar de la vergüenza. La paz de Dios siempre será encontrada cuando empieces a tomar posesión del regalo que es tu vida.


Una nota de Kris: La historia de Betsy resulta ser una historia sobre la pornografía, pero las personas esconden su dolor en todo tipo de cosas.

Al enfrentar situaciones dolorosas con esperanza, hay una delgada línea entre la fe y la fantasía. La fantasía es como la fe falsa. No estoy hablando acerca de los libros o películas creadas para entretener. Estoy hablando de la fantasía que te hace vivir en negación acerca de los hechos de tu vida.

La fantasía y la fe pueden parecer positivos frente a una situación negativa, entonces ¿cuál es la diferencia? ¡La fantasía no se enfrenta a los hechos! En vez de eso, te adormece y te engaña para que pienses que todo está bien sin siquiera mirar los verdaderos factores de dolor. Mientras que la fe puede hacer que tengas visión para el futuro y, aunque veas los hechos dolorosos, te sientas esperanzado.

Si estás en medio de algo difícil, mi desafío para ti es el siguiente: ¿eres capaz de mirar la realidad de tu vida y aun así sentirte esperanzado? O, en otras palabras, ¿estás viviendo en fe o en fantasía? Pienso que vivir por fe es lo que crea un camino hacia lo prometido, pero vivir por fantasía no creará un camino hacia algo real.