LA PORNOGRAFÍA ME HIZO SENTIR COMO UNA MALA MADRE: LA HISTORIA DE BARB

Nuestros hijos están mirando pornografía

Hay pruebas abrumadoras que apoyan el hecho de que los preadolescentes y adolescentes están mirando pornografía. Tropiezan con ella accidentalmente o la buscan por curiosidad. Esta noticia en sí es triste. Lo peor es que después de que nuestros hijos lo vean, no pueden regresar el tiempo y no verla. Muchos se sienten obligados a volver a ella una y otra vez hasta que están atrapados en una adicción.

Si nuestros hijos tienen algún tipo de convicción, la espiral de excitación, culpa, vergüenza y el inmenso retroceso hacia las imágenes son una derrota. Compilar su lucha y el hecho de que sus compañeros también estén participando en estas actividades y la sociedad, en general, es apático, en el mejor de los casos. Por lo tanto, no entienden los peligros de ver pornografía o no se sienten cómodos hablando con sus padres.

Mi hijo estaba atrapado. Su primera confesión fue a medias y después de un corto tiempo, continuó su comportamiento. Finalmente, confesó de nuevo y comenzó un programa hacia la recuperación. Ese programa incluía desinstalar sus aplicaciones de redes sociales y agregar Covenant Eyes  a todos nuestros dispositivos.

Entonces, ¿por qué no estamos hablando de eso?

En medio de tratar de ayudar a mi hijo, mi nivel de ansiedad se elevó y no dormía bien. Lamenté la pérdida del hijo que pensé que conocía y luché con sentimientos de traición y dolor. Tambaleándome entre la depresión y la ira, mi relación con mi hijo sufrió. Sentí vergüenza y culpa.

Pero sobre todo, me sentía sola. No había nadie a quien recurrir. No conocía a ninguna otra madre o padre que tratara con un niño que luchaba con la pornografía. Lidié con este secreto yo sola. La única amiga en la que confiaba vivía en otro estado. Ella me escuchaba, alentaba y oraba conmigo. Me dió su consejo y trató de entenderme, pero no podía relacionarse con la experiencia personal. Y yo no podía poner un anuncio en el periódico o dar un grito en las redes sociales para ver quién más se había encontrado en esta situación.

No es algo que se publique.

Sin embargo, mientras investigaba, aprendí las asombrosas estadísticas de cuántos niños ven pornografía. Entonces me di cuenta: si un alto porcentaje de niños está buscando pornografía, entonces un alto porcentaje de padres tiene hijos que buscan pornografía. No estaba sola, hay otras personas en la misma situación.

¿Por qué no estamos hablando de eso?

No eres un mal padre.

Tras un año más o menos de ayudar a nuestro hijo con de su adicción, otra madre y yo conectamos. Su hijo también estaba atrapado viendo pornografía y se sentía horrible. Me alegro mucho de que me haya llamado. Nos escuchamos la una a la otra y oramos juntas. Nos conectamos de una manera que no había podido hacerlo con nadie más.

Mientras la escuchaba culparse a sí misma, yo seguía pensando, «Sé lo que sientes. He estado allí. Y me sentí como una mala madre.» Finalmente, le dije en voz alta: «Entiendo completamente por lo que estás pasando. Pero el hecho de que tu hijo esté eligiendo ver pornografía no te hace una mala madre. No eres una mala madre.»

Escuché su alivio al final de la conversación. Necesitaba escuchar esas palabras. Y tal vez tú también. Si tu hijo está viendo pornografía, eso no significa que seas un mal padre, madre, abuelo, abuela o tutor.

Toma pasos hacia una relación sana entre padres e hijos.

A pesar de que me sentía traicionada por mi hijo y culpable por permitir que la pornografía entrara en nuestra casa, con el tiempo aprendí a no tomarlo como algo personal. Investigué los efectos que la pornografía tiene en el cerebro. Fue útil entender por qué es tan adictivo y lo difícil que es dejarlo. Además, con el tiempo, aprendí que cuidar de mí misma era importante. No podía ayudar a mi hijo si mi salud física, mental y emocional estaban fallando.

A través de este proceso, abrí una línea de comunicación con mi hijo. Me di cuenta de que la mayoría de los preadolescentes y adolescentes no quieren hablar con sus padres sobre sexo, pornografía y masturbación. Pero cuanto más comunicaba el amor incondicional y la aceptación y el deseo de que mi hijo viviera una vida sana y piadosa, más cómodo se sentía al hablar de sus luchas. También era más fácil establecer límites, poner filtros y añadir restricciones.

Mientras buscaba la guía de Dios, perdoné a mi hijo, investigué sobre pornografía, me comuniqué con mi hijo y cuidé de mí misma, mi relación con mi hijo sanó. No sucedió de la noche a la mañana.  La crianza de los hijos no es un trato único. Es un trabajo que requiere persistencia y disciplina. Pero las recompensas son grandes.

Así que padres, hablemos.

Permíteme animarte a permanecer en la lucha. No estás solo. Busca y encuentra un amigo. Sé un amigo. Somos más fuertes juntos.

Hablemos abiertamente con nuestros hijos y con los demás. Llevemos este tema a la luz del día. Hemos permanecido en silencio por suficiente tiempo. No hay vergüenza en admitir que no hemos sido padres perfectos, que no sabíamos lo que no sabíamos. Pero ahora sí lo sabemos. Así que seamos parte de la solución. Informemos a nuestros hijos sobre los peligros de la pornografía. Animémonos unos a otros a permanecer en la lucha. Juntos podemos levantarnos unos a otros e impactar a la próxima generación.