4 PASOS PARA VENCER LA FALTA DE PODER (Parte 1)

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PRIMER PASO: ARREPENTIRSE

El primer paso para restablecer a Dios en el trono de tu vida es el arrepentimiento. El arrepentimiento arranca de raíz los procesos de pensamiento inferiores y defectuosos y los sustituye con la verdad. No solo es necesario arrepentirse por haber sacado a Dios del lugar que le corresponde en nuestras vidas, sino que también necesitamos arrepentirnos de las razones por las que lo desplazamos.

Es muy importante que lleguemos a la raíz de los problemas que han causado el pensamiento defectuoso en nuestros corazones. Aquí es donde a la mayoría de las personas fallan. Ellos están genuinamente arrepentidos de sus acciones, pero como no tienen idea de qué los está impulsando (cuál es el problema de raíz), no pueden mantener sus acciones y su corazón en línea con sus convicciones. Por lo tanto, vuelven una vez más a su viejo ciclo de pensamiento.

Cuando ponemos algo en nuestro "lugar de Dios", debemos regresar y averiguar por qué escogimos hacer eso, para que podamos arrepentirnos verdaderamente.

SEGUNDO PASO: COMENZAR A LIMPIAR EL DESASTRE

Después del arrepentimiento (cambiar nuestra forma de pensar), a menudo tenemos que volver atrás y limpiar nuestro desastre. Para muchos de nosotros, hay un gran concepto erróneo acerca de lo que realmente significa limpiar nuestro desorden. Nuestra infancia nos ha enseñado que el decir "lo siento" lo arregla todo. Esto no podría estar más lejos de la verdad. El decir "lo siento" no arregla nada. Lo sé porque tengo tres hijos. En un día cualquiera, es solo cuestión de tiempo para que uno de mis hijos se comporte de una manera "no muy divertida" con uno de sus hermanos. Por lo general, se trata de algún tipo de pelea momentánea sobre quién ocupará el asiento del medio en el coche o quién se comerá el último GoGurt que queda en el congelador. Los niños siempre encuentran algo por lo que discutir.

Como padre, resulta tentador detener la discusión lo antes posible y con el menor esfuerzo posible; el objetivo es restaurar el caos a un nivel manejable. En nuestros esfuerzos por restablecer el orden, es muy fácil decir algo como esto: "¡Niños, ya basta! Elías, dile a tu hermana que lamentas haber sido grosero con ella, ¡o puedes irte a pasar el resto del día a tu habitación!". Ahora, soy tan culpable como cualquiera cuando se trata de declaraciones como esa. Sin embargo, el problema de decirles a mis hijos lo que tienen que hacer y decir es que no les sale del corazón. Por lo tanto, cualquier disculpa que ofrezcan nunca es lo suficientemente genuina como para cambiar su comportamiento, así que el problema sigue existiendo.

Si nuestros hijos van a cambiar su comportamiento, tienen que ser capaces de averiguar por qué eligen ser irrespetuosos y luego deben querer elegir un comportamiento diferente para que su "lo siento" dé fruto. No es diferente para ti y para mí; el objetivo del arrepentimiento no es simplemente decir las palabras "lo siento", sino encontrar la raíz del problema para que podamos corregir el comportamiento.

Parte 2 en camino.